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La logística dentro de la industria 4.0 permite el aprovechamiento eficiente de todas aquellas tecnologías disruptivas que transformarán la vida, los negocios y la economía global para el año 2025. Por esta razón es que tiene el gran desafío de convertirse en un eje articulador dentro de las redes de valor naranja, para ayudar en su crecimiento y desarrollo.
Javier José Mazeneth MezaProduction Planner Leader – Nestlé Colombia
Hemos visto en estos últimos años la popularidad que ha venido tomando el término ‘economía naranja’ en nuestro país; muy seguramente para los que no están familiarizados con este tema la primera impresión que se pueda tener es que podrá ser algo relacionado con el mercado agrícola o a lo mejor otro nuevo sistema económico al que su color particular le imprime un factor diferenciador a los ya conocidos tipos de economías existentes (macro y micro economía, economía mixta o economía de libre mercado, entre otras), en todo caso, el término naranja hoy es asociado en gran medida a la creatividad y la innovación, habilidades clave para el desarrollo de ideas de negocio exitosas.
Mucho se ha discutido sobre la definición de ‘economía naranja’. Según un estudio realizado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) llamado ‘La economía naranja una oportunidad infinita’, esta se define como el conjunto de actividades que de modo encadenado permiten que las ideas creativas se transformen en bienes y servicios culturales, cuyo valor está determinado por su contenido de propiedad intelectual. También explica que el universo naranja está compuesto por la economía cultural y las industrias creativas, en cuya intersección se hallan las industrias culturales convencionales; y las áreas de soporte para la creatividad.
¿Pero cómo ha sido el impacto en cifras de la llamada economía naranja a lo largo del tiempo?, miremos acá algunas cifras de un fenómeno que despierta cada vez más interés en las agendas de desarrollo de los países de Europa y América (Norte, Latina y el Caribe), pues que su puesta en marcha no solo impulsa el crecimiento económico a través de la creación de valor, sino que sus iniciativas se han convertido en sistemas de innovación en sectores prioritarios en muchas regiones:
Si tomamos el caso concreto de Latinoamérica las cifras e indicadores también son interesantes e invitan a reflexionar sobre el potencial que hoy existe en este tipo de iniciativas.
De igual manera, logísticamente hablando se torna interesante analizar cómo han venido creciendo la exportación de bienes y servicios naranja frente a las exportaciones mayormente tradicionales de cada país; en el caso colombiano esto en gran medida contribuye de manera significativa a la balanza exportadora y promueve el desarrollo y cumplimiento de la Política Logística del país (CONPES 3547) en lo que refiere a la facilitación de la logística del transporte de mercancías y la distribución física del intercambio comercial de bienes y servicios.
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Todas estas cifras e impactos provocados por las industrias creativas y culturales dan un claro ejemplo de que no solo el modelo productivo tradicional está generando crecimiento para las sociedades si no que, al contrario, en medio de la cuarta revolución industrial, la creatividad, acompañada en muchos casos por un adecuado diseño de la red de valor y sistemas de información logística a través del uso de tecnologías disruptivas, se convierte en protagonista clave para enfrentar los nuevos desafíos en la manera de producir y generar desarrollo y riqueza.
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En sintonía con lo anterior, la logística viene jugando un papel preponderante dentro de la economía naranja en lo que hoy llamamos “la cadena de valor naranja o creativa” que, según la Unesco, representa de manera muy sencilla el mapeo cada uno los pasos o secuencia mediante la cual las ideas y la creatividad se transforman en bienes y servicios, generando valor a lo largo de cada uno de sus eslabones. Esta especie de supply chain naranja al igual que las cadenas tradicionales logísticas nos muestran los flujos secuenciados en el proceso de transformación desde la oferta hasta la demanda, pasando por la creación, producción, distribución, comercialización y finalmente el consumo de los bienes y servicios naranjas.
Como lo mencionamos anteriormente la generación de valor a lo largo de la cadena naranja supone un reto enorme para los subsistemas en cada eslabón en términos de sinergia e integración de todas las variables logísticas inmersas dentro del modelo, para ello hoy ya es posible contar con guías para el diseño inicial del modelo de análisis, así como el mapeo de cualquier cadena de valor naranja dentro de las industrias culturales y creativas.
Gracias al diseño de cadenas de valor naranja que han permitido la creación formal de muchos negocios de base creativa hoy es posible hablar de hubs o clusters creativos como centros de conexiones, en los que infraestructuras especializadas en capitales, talentos y tecnologías se concentran independientemente de su proximidad geográfica para co-crear y generar ideas. En estos hubs se desarrollan, producen y/o comercializan los bienes y servicios más sofisticados de la economía creativa, un claro ejemplo de clusters creativos modernos son SOHO en Londres y el centro metropolitano de diseño en Buenos Aires.
Por otra parte, y no menos importante, la logística entendiéndola hoy como el eficiente gerenciamiento de los flujos de materiales e información a través de la tecnología, debuta con un papel protagónico dentro del modelo naranja, pues imprime y entrega herramientas claves para crear valor y generar eficiencias internas al momento de co-crear.
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La logística dentro de la industria 4.0 permite el aprovechamiento eficiente de todas aquellas tecnologías disruptivas que, según un estudio realizado por McKinsey Global Institute (MGI), transformarán la vida, los negocios y la economía global para el año 2025.
Hoy tecnologías claves según su potencial para crear riquezas como el internet de las cosas IoT, el cloud computing, la big data y la impresión 3D generan dentro de las industrias creativas un potencial enorme al entregar a todos los innovadores nuevas formas de comunicación, diferenciación, intercambio, portabilidad y nuevos materiales al momento de ofrecer bienes y servicios de base creativa y cultural; un claro ejemplo es la utilización de la tecnología blockchain o cadena de bloques para proteger los derechos de autor, ya que le permite por ejemplo a los compositores de obras musicales o de otro tipo tener el control total de la explotación de su creación, evitando intermediarios a lo largo de la cadena que, en muchos casos se quedan con gran parte de las ganancias por la explotación de dicha obra. Esto puede ser regulado en una red a través de un smart contract o contrato inteligente.
Este tipo de tecnologías a pesar de que su razón de ser en esencia no está directamente relacionada con la cultura, hoy entregan a las industrias creativas o naranjas facilidades con la que muchos nuevos participantes pueden llevar sus productos al mercado en crecimiento con altos estándares de seguridad, diversidad y adaptabilidad. Además, crean un cuadro virtuoso de cambios sociales y económicos en los que la numerosa disponibilidad de opciones estimula la innovación y la eficiencia y conlleva un mayor bienestar general.
Algunos muy claros y conocidos ejemplos de empresas naranja que nacieron de ideas innovadoras y/o creativas son Spotify, en el campo de la música; Netflix, en el cine y la televisión; y en el campo de los videojuegos Microsoft y Sony con las consolas Xbox y PlayStation.
Es un gran desafío el que tendrá la logística dentro de las redes de valor naranja como potenciador de este tipo de economías. El eficiente gerenciamiento de los flujos a lo largo de toda la cadena creativa, a través un adecuado uso y aprovechamiento de tecnologías de información que hoy son una realidad, podrían asegurar un próspero futuro para esta industria hoy poco conocida y que cada vez crece con más fuerza.
