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Es común ver cómo algunas marcas promocionan el envío gratis como un valor agregado para hacer una compra. Usan este gancho porque es una realidad que a todos nos gustan los envíos gratis. Sabemos que cuando los ofrecen, efectivamente las ventas de los eCommerce crecen. Pero ¿cuál es el verdadero costo de la última milla?
Amazon ha presionado a sus competidores con tiempos de entrega ultra rápidos como una manera de cerrarles el mercado. Han creado las entregas same day, entregas en puntos de recogida. Para lo cual construyó una red de lockers donde el cliente escoge según su conveniencia el punto de recogida más cercano. Y más recientemente el servicio de Amazon autónomos que hacen de repartidores usando su propio auto. Hoy en día es común encontrar entregas en franjas horarias en el mismo día e inclusive niveles de servicio en la entrega de pocas horas. Todo esto es conveniente para el cliente y puede atraerlo definitivamente, pero el problema es que el cliente no quiere pagar por ello. Entonces ¿quién paga una entrega ultrarrápida?
En los últimos años también se vio una explosión de opciones de entregas de última milla, entre ellas las plataformas. Una de las primeras fue Deliveroo en Europa. En España, por ejemplo, llegó a tener una alta cuota del mercado de entregas de última milla. Entre estas, se dio especialmente entregas desde los locales de comidas a los hogares; luego apareció Globo. En Colombia todos conocemos el caso de Domicilios.com, Rappi, etc.
En mi último paso por España quedé impresionado al ver casi desaparecido el servicio de Deliveroo y Globo. Solo unos cuántos repartidores desperdigados por la ciudad muestra el declive en picada de esta solución.
¿Qué ha llevado al declive de estas plataformas? La respuesta puede estar en que a todas luces es un negocio sustentado en una estructura de costos que no es real. Es por eso que muchos han llamado esta modalidad de autónomos como la nueva esclavitud.
Todo este análisis da la oportunidad de hacer una introducción acerca de lo que podría ser el costo real de una entrega en un sistema formal. Es decir con todos salarios, descansos y coberturas de ley. A este costo real se le debería aumentar el margen bruto del repartidor, que no debería ser inferior al 20%.
El mismo problema lo tenía Amazon en sus inicios y lo sigue teniendo hoy. Si han revisado las últimas noticias, muestran que Amazon ha exprimido a los operadores logísticos hasta dejarlos sin una gota de rentabilidad para sus negocios. Y muchos le han dicho, ¡basta ya! Públicamente le han hecho saber que nadie puede trabajar a pérdida. Ante esto Amazon ha tratado de hacer las cosas por sí mismo, pero como todos, ha trastabillado y se ha dado contra muros. Sin embargo, sigue firme en su vocación de servicio y de encontrarle una respuesta válida al costo de la última milla. Y de seguro lo logrará.
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Como los consumidores valoran sobremanera la conveniencia y el precio, las compañías se verán obligadas a seguir buscando un costo de envíos cada vez más bajo. Por supuesto el costo dependerá de muchas variables, he identificado que hasta 56 variables pueden afectar el índice de costos de un envío. Entre ellas: peso volumétrico, capacidad de envíos por hora, número de entregas en un envío, horas de trabajo por turno. También están: % de envíos en la mañana, tarde y noche, kilómetros por viaje, factor de tráfico y mermas. Además, los envíos punto a punto o con franjas horarias programadas o entregas al día siguiente, entre otras 56 variables identificadas.
Los siguientes son los costos por envío de un ejercicio de referencia en una operación con motocicletas. En esta se cuenta con 7 kilómetros por viaje, 1,5 entregas por envío y una misión por hora. Una misión es una ruta que puede llevar varias entregas. Todo ello para un contenedor de dimensiones 0,6X0,45;0,60 y con entregas en diferentes franjas horarias.
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Una mejor práctica que puede equilibrar el costo y el servicio es la de franjas horarias. Éstas permiten agrupar pedidos en franjas de hasta 3 o 4 horas. De esta manera se pueden armar misiones con el mayor número de entregas y formar clusters de entregas. Así se pueden lograr tener mejores costos y una tasa de éxito alta en la entrega dentro de la franja horaria.
Como es de esperarse, a medida que se hacen más envíos, los costos fijos se diluyen en un número mayor de envíos. Los costos variables persisten, hágase un envío o mil, pero los fijos no.
En la gráfica se ve cómo se puede lograr una curva de costo a medida que los volúmenes son más interesantes. Además, se puede configurar una flota de reparto más estable por zonas geográficas. Pero esto va en contravía de las entregas punto a punto o urgentes que los comercios promueven.
Aparte del tema económico, que como se ha demostrado es precario y no sostenible en el tiempo. Está también el deterioro del medio ambiente que estos modelos de entrega suponen para el planeta. Es claro que una entrega punto a punto es mucho más costosa y contaminante que una entrega con una ruta planeada y agrupada. En la primera hay un movimiento de ida y regreso, en el segundo una ruta que puede ser optimizada. En medio de estos dos modelos está el tiempo de entrega del que hablamos en la primera parte de este artículo. Siendo esto claro y teniendo en cuenta la preocupación por el medio ambiente, ¿por qué las empresas siguen cargando al planeta de contaminantes? ¿Y los jóvenes que son más amigables con el medio ambiente por qué no son conscientes? ¿Por qué no se dan cuenta que el modelo de compras que están usando es uno de los más contaminantes del planeta? ¿Por qué premian la entrega punto a punto? Deberían tomar en consideración esto si están verdaderamente preocupados por el medio ambiente.
